dimarts, 23 de gener del 2018

Bruselas señala a España entre los países que menos ayudan a las rentas bajas




Un informe de la Comisión Europea cuestiona la eficiencia del sistema español de prestaciones sociales.         

Sustancial rapapolvo a España. En un informe publicado el viernes, la Comisión Europea reprocha a España la escasa eficiencia de su sistema de transferencias sociales. Hasta el punto de que, según el estudio de Bruselas, España es junto a Italia el país en el que las prestaciones menos ayudan a las rentas bajas. El motivo: en proporción a la riqueza del país, hay pocas ayudas para reducir la pobreza. El Gobierno considera que estos datos no son fieles a la realidad, al no incluir las prestaciones en especie que suponen la educación y la sanidad, gratuitas y bastante generosas en comparación con el resto de Europa.

Bruselas vuelve a la carga. Y esta vez no es por el incumplimiento de las metas de déficit público. Ahora hay una nueva agenda social sobre la mesa. Todavía existen muchas heridas que restañar fruto de la crisis. El crecimiento ayuda a sanarlas. Pero el crecimiento también hace más patente la desigualdad: mientras que los trabajadores cualificados mejoran sus condiciones laborales, los poco formados ven como el amplio número de parados sigue presionando a la baja sobre sus salarios. Pese a tratarse de la región del mundo con los mayores sistemas del bienestar, la nueva agenda europea que impulsa la Comisión busca asegurar el reparto de la prosperidad y, por ende, atajar los populismos. Así surge una nueva exigencia europea, una nueva vara de medir distinta del déficit o la deuda. Y según esta, España vuelve a ser un alumno rezagado.


En un documento publicado a finales del año pasado con datos de 2016, el Ejecutivo comunitario ya propinó un tirón de orejas a España, situándola a la cabeza de la desigualdad por renta de la UE. Ahora, en un informe divulgado el viernes, ahonda en la misma línea con cifras tomadas de toda una década: entre 2004 y 2014. Bajo el epígrafe La efectividad de la política fiscal en reducir la desigualdad de rentas en la UE: ¿Qué dicen los datos?, el informe concluye: “En la mayoría de los países miembros las transferencias sociales están en gran parte destinadas a las decilas bajas [en este caso una decila es dividir la población en función de sus ingresos en diez grupos, siendo el primer grupo el que menos renta tiene y el décimo el que más]. La decila inferior gana más de las transferencias sociales en Reino Unido e Irlanda y menos que en ningún otro país en Italia y España”. Evidentemente, esto es en términos relativos y no absolutos, es decir: en proporción a los ingresos que genera cada país.

Según los expertos, el motivo de este pésimo comportamiento de España radica en que el Estado español recauda poco en comparación con la media europea y, para colmo, sus impuestos son poco progresivos: “Los tipos efectivos suben poco conforme crecen las rentas”, dice Jorge Onrubia, investigador de Fedea. Otros analistas apuntan que las dos principales prestaciones, las de paro y pensiones, se reconocen en función de lo que se ha cotizado y no de la necesidad que se tenga. Es decir, cuanto más se ha trabajado y cobrado, más se recibe del sistema. Por el contrario, existen pocas ayudas directamente dirigidas a combatir la pobreza, ayudar a las familias o dar acceso a la vivienda. Además, las ayudas sociales han sido entregadas a las comunidades autónomas y, en consecuencia, no son homogéneas y crean desigualdades entre territorios, afirma Onrubia. En conclusión, hay pocos recursos y se dedican más a los que ya tienen. Como explica el economista Lorenzo Bernaldo de Quirós, “los gobiernos han demostrado una enorme sensibilidad ante las demandas de todos los grupos sociales”. Es más: el estudio de la Comisión toma la población por decilas y observa cuánto recibe cada decila en transferencias sociales y cuánto aporta en impuestos directos, tributos a la riqueza y cotizaciones exclusivamente del trabajador. El resultado en los países europeos más avanzados se resume en que, por lo general, las decilas más ricas son contribuyentes netos, esto es, aportan más que reciben. Y las decilas más pobres reciben más de lo que dan y, por tanto, son receptoras netas. En España sucede algo insólito: solo la décima decila, la de los más ricos, es contribuyente neta. La decila nueve se queda a cero y ni recibe ni da en términos netos. El resto, las otras ocho, son todas receptoras netas del sistema. De los países de la UE, esto solo ocurre en Portugal, Francia, Bulgaria y Hungría. En estos países casi todos los grupos reciben. El sistema se ha construido políticamente a fuerza de repartir entre todos. Y eso explica que haya poca redistribución. Si además se tiene en cuenta que la recaudación en España no es elevada según los estándares comunitarios, entonces el corolario es que, como apunta la Comisión, las rentas bajas españolas son las que menos se benefician del sistema.

De acuerdo con el estudio, entre 2004 y 2014 España se sitúa en torno a la media europea si se mide la desigualdad con el índice de Gini solo por ingresos de mercado, esto es, privados. Queda en el puesto 16 de la UE. En cambio, retrocede al puesto 22 cuando se mide la desigualdad una vez se cuentan las transferencias públicas. O lo que es lo mismo, las políticas públicas en España hacen menos por reducir la desigualdad que en otros países europeos.

Fuentes de la Administración explican que esta clasificación de Bruselas no tiene en cuenta las transferencias en especie que se brindan en educación y sanidad. El sistema sanitario en especial presenta una cartera de servicios muy generosa y sin copagos. Y eso precisamente ayuda mucho más a las rentas bajas. Además, un estudio de BBVA alega que en España la desigualdad se reduce bastante a la hora de consumir gracias a las ayudas entre familiares.

Una fiscalidad mal concebida

Un problema de España es en que concede demasiadas reducciones, deducciones, exenciones y bonificaciones que dejan la recaudación como un queso Gruyère. Según los expertos, resulta por ejemplo más eficiente no poner un IVA reducido a los productos básicos del que también se benefician las rentas altas. Es mejor que todos paguen el IVA no reducido y con esa mayor recaudación ayudar directamente a las rentas más bajas, según explica José Ignacio Conde-Ruiz, profesor de la Complutense.

La Comisión destaca que la UE es la región del mundo donde más se logra reducir la desigualdad. Eso sí, el Ejecutivo comunitario pone límites a estas políticas: no deben poner en peligro las finanzas públicas y deben diseñarse bien para no generar incentivos perversos como que los trabajadores prefieran irse al desempleo.

FUENTE: El País

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