La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen,
en un acto en Luxemburgo JULIEN WARNAND EFE
La Comisión Europea tiene previsto iniciar esta semana la
andadura hacia un salario mínimo europeo, una de las propuestas más destacadas
de su nueva agenda social. El mecanismo, que aspira a que en todos los países
se fije una remuneración mínima equivalente al 60% del salario medio nacional,
forma parte de una batería de medidas que también incluirá la creación de un
seguro europeo de desempleo. Objetivo: potenciar la convergencia económica
entre los socios de la UE, reducir el riesgo de dumping salarial en un mercado
laboral sin fronteras y rescatar a una parte de los 110 millones de europeos en
riesgo de pobreza.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen,
se comprometió con el Parlamento Europeo a poner en marcha en menos de 100 días
una ambiciosa agenda social y medioambiental. Nada más asumir el cargo el 1 de
diciembre, la alemana empezó a cumplir las promesas que le permitieron salvar
la votación de su nombramiento por solo nueve votos de diferencia.
El 10 de diciembre, la Comisión ya aprobó el Pacto Verde,
que fija el objetivo de convertir a Europa en el primer continente que logra la
neutralidad en emisiones de CO2. Tras ese avance en la agenda medioambiental,
Von der Leyen prevé iniciar esta semana la andadura de su agenda social, más
susceptible aún de provocar grandes divisiones y enfrentamientos entre los
socios de la Unión.
La presidenta de la Comisión ha asignado la cartera de
Empleo al socialista luxemburgués Nicolas Schmit, firme partidario de
establecer tanto un salario mínimo como un mecanismo de seguro o reaseguro de
desempleo. Schmit también defiende la introducción de una renta mínima que garantice
a todos los ciudadanos en situación vulnerable unas condiciones de vida dignas.
El equipo de Schmit se propone avanzar en todas estas propuestas con la mayor
celeridad posible, sin esperar a que se consuma un mandato que abarca hasta
2024.
La batalla para aprobar cualquiera de estas medidas se
anuncia virulenta. La propuesta del salario mínimo inquieta en varios países.
Los de Europa central y del Este, con costes laborales por debajo de la media,
temen que el marco europeo reduzca su competitividad.
El salario mínimo anual neto en países como Polonia,
Hungría, República Checa o Eslovaquia no llega a 5.000 euros al año mientras
que en Bulgaria o Rumanía ronda los 3.000, según Eurofound, la agencia europea
encargada de mejorar las condiciones de vida. Los datos muestran que el salario
mínimo en Alemania, Francia o Italia supera los 13.000 euros y en España, los
11.000 euros (12.600 euros brutos anuales o 900 euros en 14 pagas al año).
La diferencia es explotada en sectores con posibilidad de
desplazamiento de trabajadores, como el transporte. Los socios veteranos de la
UE presionan a Bruselas para que combata ese dumping salarial, con el
endurecimiento de las normas sobre trabajadores desplazados, mientras que los
Gobiernos de los países del este abogan por mantener una relajación que les es
favorable.
El salario mínimo europeo también inquieta a los socios
comunitarios donde no existe a nivel nacional (como Italia o Chipre) o en los
que se fija a través de una negociación colectiva sin intervención de las
autoridades (en los países nórdicos). Unos temen verse obligados a adoptar un
mecanismo ajeno a su tradición laboral y otros temen que el marco europeo
desbarate un sistema que funciona con buenos resultados.
"El objetivo no es fijar un salario mínimo común para
toda la UE", tranquilizan fuentes de la Comisión en vísperas de publicar
el documento de consulta sobre el futuro mecanismo europeo. "Cualquier
propuesta permitirá que los salarios mínimos se fijen de acuerdo con las prácticas
tradicionales que tenga cada país, bien sea mediante negociación colectiva o a
través de normas legales". Bruselas reconoce que la fórmula de algunos
países nórdicos, donde las tasas de afiliación sindical son mucho más altas que
en el resto de Europa, ha dado "resultados excelentes". Pero cree que
aún así existe margen de mejora en ciertos socios y que el objetivo es que los
Estados "tomen nota de las mejores prácticas aplicadas en cada
lugar".
A pesar de las señales de calma que emite Bruselas, el proyecto
legislativo que se espera concretar dentro de unos meses resulta ambiciosa para
muchos países, incluido España. El objetivo de la Comisión es que el salario
mínimo alcance en cada país al menos el 60% del salario medio. Un objetivo que
el nuevo Gobierno español espera cumplir, como pronto, al final de la
legislatura que acaba de arrancar (es decir, en 2024), según el compromiso
anunciado por Pedro Sánchez en la sesión de investidura.
Más polémico si cabe será el siguiente paso de la agenda
social de Von der Leyen, que apunta a la creación de una cobertura europea del
seguro de desempleo. El comisario Schmit es el encargado de diseñar un
Mecanismo de reaseguro que permitiría mutualizar en parte la factura del paro en
momentos de crisis profundas.
El dispositivo no pretende establecer un seguro europeo de
desempleo permanente, sino una red de seguridad ante shocks económicos
asimétricos. Los países severamente golpeados —como España durante la reciente
crisis, cuando la factura del paro se disparó a 30.000 millones de euros
anuales— recibirían ayuda comunitaria para sufragar esa partida. El objetivo es
evitar que los Estados se vean obligados a recortar otros capítulos
presupuestarios, en particular la inversión pública. En la reciente crisis, la
falta de ese mecanismo europeo de estabilización desencadenó una espiral de
recorte de inversión e incremento de gasto social que agravó aún más los
estragos de la recesión."No se trata de organizar un sistema de
transferencia permanente, sino de garantizar que, en caso de shock asimétrico,
la economía afectada no revienta en un pozo sin fondo y que la gente de ese
país tiene acceso a una red de seguridad incluso si el Estado tiene grandes
dificultades para proporcionársela", señaló Schmit durante la audiencia
ante el Parlamento Europeo previa a su nombramiento.
Un informe de la Eurocámara de abril de 2019 calcula que si
durante la crisis de 2008 hubiera existido un régimen europeo de desempleo,
"se habrían estabilizado los ingresos de los hogares (...) y se habría
atenuado en 71.000 millones de euros durante cuatro años la pérdida de PIB en
los Estados miembros más afectados de la zona euro, es decir, unos 17.000
millones de euros anuales.
Fuente: ElPais
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