La discriminación por edad es una dramática realidad que
está condenando al desempleo y a la pobreza a muchos profesionales mayores de
45 años, cuyo único “pecado” fue tener la mala suerte de perder su empleo
pasados los 40. Actualmente, muchas empresas se decantan por contratar personal
joven, y estos profesionales mayores de 45 años no encuentran oportunidades de
reengancharse al mercado laboral, a pesar de disponer de formación,
experiencia, más de 20 años de trayectoria profesional por delante, y pese a
hallarse en plenitud de sus capacidades. Esta forma de discriminación se conoce
como edadismo laboral (del inglés ageism). El Eurobarómetro sobre
discriminación en la Unión Europea 2015 reveló que la mayoría de
discriminaciones a la hora de contratar son por edad avanzada, aspecto del
candidato y discapacidad.
Realizando una sencilla búsqueda en un conocido portal de
empleo, he encontrado las siguientes frases en apenas cinco minutos:
“Buscamos un profesional joven, resolutivo, dinámico,
implicado y que le guste el mundo de la organización y gestión de eventos”.
“Buscamos personas jóvenes con capacidad de aprender e
integrarse en un entorno dinámico”
“Preferiblemente buscamos personal joven y dinámico”.
El candidato ideal es un chico joven, dinámico, ambicioso,
extrovertido”…
“Necesitamos a una persona joven, enérgica, con tolerancia a
la frustración y dispuesto a aprender”.
“El candidato ideal es un nativo digital que… “.
En todos se pide expresamente una persona joven, sin
ningún disimulo por parte de la empresa, a pesar de constituir un acto de
discriminación directa y explícita. Otras empresas lo hacen con una mayor
sutileza, manifestando que “somos una empresa joven y dinámica” y que el
candidato se integrará en un equipo “joven y desenfadado” (de estas empresas que
hacen de la juventud la seña de identidad fundamental del equipo, he hallado,
literalmente, decenas).
El culto a la juventud está dejando en la cuneta a miles de
profesionales con experiencia y capacidades probadas, cuyo CV en algunos casos
ni siquiera pasa el primer filtro. En algunas webs, un algoritmo elimina
directamente del proceso selectivo a todos los candidatos que superan una
determinada edad.
Tengo 50 años y he perdido mi empleo. ¿Ahora qué?
La Encuesta de Población Activa del INE para el tercer
trimestre de 2018 muestra un panorama desalentador para este colectivo. Aunque
todos los grupos de edad muestran dificultades para reengancharse y todos
presentan elevadas tasas de paro de larga duración, en el grupo de mayores de
50 el gráfico muestra el altísimo porcentaje de candidatos que tardan más de 2
años en encontrar un nuevo empleo.
Fuente: EPA 2018 y elaboración propia
¿Por qué no se contrata a los profesionales senior?
Esta discriminación está basada en una serie de prejuicios.
Los anuncios que hemos visto anteriormente nos proporcionan alguna pista. La
juventud se asocia con valores como dinamismo, energía, ambición, ser un nativo
digital, resistencia, trabajo duro y flexibilidad (y aceptación de salarios
bajos y condiciones precarias). La madurez se asocia con una menor energía, más
dificultades ante las nuevas tecnologías, una formación más desfasada, o una
demanda de mayores salarios y mejores condiciones laborales. Muchas de estas
creencias están basadas en prejuicios. Existen numerosos profesionales mayores
de 45 y de 50 años apasionados de las nuevas tecnologías, y desde luego, a esa
edad muchas personas son dinámicas y tienen capacidad de aprendizaje y de
adaptación. Los salarios y condiciones laborales suelen depender del convenio colectivo
del sector más que de la edad del profesional. Además, la experiencia es un
grado a la hora de realizar cualquier actividad. Un profesional de 50 años con
experiencia puede ser un activo valioso en cualquier equipo.
Sin embargo, muchas empresas prefieren optar por recién
graduados. Hay incentivos y bonificaciones para la contratación de personas
mayores de 45 años, pero la realidad del mercado laboral muestra que muchas
empresas siguen decantándose por profesionales jóvenes.
Para las mujeres, la situación es más grave. Al edadismo se
suma el machismo que permea toda la sociedad. Las mujeres mayores de 45 años
tardan más que los hombres en reengancharse al mercado laboral, según datos de
la Encuesta de Población Activa 2018. Si a un profesional no se le perdona el
cumplir años, a una mujer profesional aún menos. Cuando Carrie Fisher rodó el
último episodio de Star Wars, numerosos usuarios de las redes sociales
criticaron duramente su aspecto acusándola de “envejecer mal” . Algo así
resultaría impensable con actores masculinos como Harrison Ford.
El inexorable envejecimiento de la población.
Sin embargo, nuestra población envejece inevitablemente, y
eso nos debería hacer reflexionar. Tanto desde el punto de vista humano como
desde el punto de vista económico y social, dar por amortizados a los
trabajadores mayores de 45 años es un disparate. Por un lado, estamos hablando
de personas aún jóvenes y capaces, con experiencia y una larga trayectoria
profesional, a las que aún les faltan 20 años para alcanzar la edad de
jubilación. Estos profesionales están capacitados para aportar valor,
experiencia y talento y mantener una vida productiva. Pueden y deben trabajar y
recibir un salario. Condenarles al desempleo crónico y a la pobreza no tiene
sentido. Por otro lado, dar por amortizado a un profesional a los 45 años
resulta una locura. No hay estado de bienestar ni sistema de pensiones que
sostenga eso. Nos faltan cotizantes para sostener las pensiones, nos faltan
contribuyentes que aporten a las arcas públicas con sus impuestos, y al
excluirles del empleo perdemos cotizantes, contribuyentes, y aumentamos la
carga para el Estado en forma de prestaciones y subsidios por desempleo.
El envejecimiento de la población propio de las sociedades
modernas hace aún más imprescindible contar con los profesionales senior.
Necesitamos el talento y la experiencia, las aportaciones de valor que pueden
realizar, y necesitamos cotizantes y contribuyentes para sostener las pensiones
de hoy y para generar derechos y evitar situaciones de pobreza y exclusión
actuales y futuras.
Medidas contra la discriminación por edad.
El Texto Refundido de la Ley de Empleo recoge el principio
de igualdad de oportunidades y no discriminación en el acceso al empleo, de
conformidad con el artículo 9.2 de la Constitución. En base a ello, las
situaciones de discriminación por edad podrían ser denunciadas ante la
Inspección de trabajo y ante los tribunales. Sin embargo, esto resulta
complejo, en muchos casos por la dificultad de probar la discriminación. Esta
Ley también recoge una mención específica al fomento de la integración laboral
de los colectivos con más dificultades, entre ellos los mayores de 45 años. En
este sentido, existen incentivos y bonificaciones para la contratación de
mayores de 45 años, recogidos en esta guía del SEPE.
Por otro lado, numerosas organizaciones y expertos han
elaborado guías y recomendaciones dirigidas a este colectivo. Conocerse bien a
uno mismo, establecer objetivos, poner en valor la propia experiencia y
trayectoria, mantenerse actualizado en las últimas tendencias del sector,
cuidar el CV, darse de alta en redes sociales y aprender a desenvolverse en
ellas, formarse en competencias digitales. Existen numerosos cursos onlinegratuitos que permiten adquirir competencias digitales y proporcionan un
certificado.
En el blog de la Fundación Adecco podemos encontrar elDecálogo para encontrar empleo a partir de los 45 años.
Nuestras sociedades no pueden permitirse prescindir del
talento de toda una generación de profesionales que aún tienen mucho que
aportar. Los equipos mixtos de trabajadores de varios grupos de edad pueden
ganar en riqueza y en versatilidad. Unos aportan la experiencia y la trayectoria,
la perspectiva y las “tablas”, mientras que otros aportan puntos de vista
nuevos y frescos. Todos juntos pueden aportar valor a las empresas y a la
sociedad.
Fuente:CarmenPanaderoAlemany
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